(English version below)
Esa fue la reacción de mis amigos y familiares antes de irme a la India…
Primero “googelearon” la definición de Panchakarma y luego me llovieron todo tipo de advertencias, pareceres y consejos bien intencionados, sobre algo que ni ellos, ni yo misma, podíamos imaginar.
Poco después me ví aterrizando en el aeropuerto de Kochin, al sur de la India, a unos cuantos miles de kilómetros de casa. Mi primera vez en Asia, en plena época de monzones, sólo salir del aeropuerto lloviendo y en plena madrugada me produjo un primer conflicto de sensaciones, entre el mareo por el calor húmedo y la sed de aventura.
Tras una hora y media de taxi, por carreteras donde la derecha o izquierda no son necesarias para conducir y las vacas tienen paso preferente, llegaba aliviada a Sitaram Ayurveda Beach Retreat @sitarambeachretreat, un oasis a orillas del Océano Índico en la zona de Kerala, rodeado de una vegetación exuberante.
Hace tres años viví un retiro supuestamente parecido en Cáceres, durante sólo una semana y probé algunos de los tratamientos naturales de medicina ayurvédica. Me imaginaba que aquí sería todo distinto, pero entonces no tenía ni idea de lo que me esperaba en las siguientes tres semanas …
Podría hablar eternamente de cómo mi cuerpo, mente y emociones se han limpiado, equilibrado, reforzado y rejuvenecido, pero eso lo voy a dejar guardado en mi diario, aquí comparto un pequeño resumen de los tesoros encontrados.
Que cómo se me ocurre emprender tal aventura? Me movían varias razones, especialmente después de saber que mi querida amiga y terapeuta Daniela Schifferstein, pionera y fundadora de los programas especializados de Ayurveda Terapéutico en España hace más de 17 años, estaba tutorando en Kerala uno de los programas de Panchakarma más importantes del mundo, dirigido por el prestigioso Dr.Vignesh Devraj, nieto del fallecido Shri PDevaraja Aiyer.
La curiosidad por la medicina oriental, inquietud por entender el origen y metodología de los tratamientos de salud más milenarios, el manejo de la cocina ayurdévica, mi propia limpieza de toxinas mentales y emocionales generada por el estrés de los últimos meses, y la mejora de mi salud digestiva, sistema inmunológico, contracturas de espalda, sequedad cutánea… y todo lo que mi intuición me decía que podía aprender de mí misma. Todo eran razones más que suficientes para buscar la manera de vivir esa experiencia. Podía haber hecho una lista todavía más larga de razones para no ir, sin embargo tomé la decisión y toda mi energía se movió en esa dirección. Apoyada por mi familia, a quien agradezco con adoración su respeto y gran amor.
Una de las lenguas clásicas de la india, el sanskrit, hace una definición del término salud que me encanta: salud se dice “Swastha”, que viene de “Swa”=”my purest self” y “stha“=”connected. Dicen que la enfermedad es una condición de desconexión con uno mismo, y “Aama” representa la enfermedad, viene de “Aa”=”not”, “ma”=”me”.
Simbólico, verdad?
Si nos paramos a pensarlo un minuto, es verdad que el estilo de vida moderno que llevamos todos los que vivimos en grandes ciudades, nos hace estar bastante desconectados de nosotros mismos, y cada vez más “enganchados” al exterior, sobretodo por la presencia constante de la tecnología, los impactos publicitarios, la comida procesada y el estrés. Según la medicina ayurvédica, cuanto más desconectados estamos de nosotros mismos, más probabilidades tenemos de enfermar… eso me hace comprender muchos desajustes de salud que veo a diario en mi consulta.
Cuando llegué al centro, mi cuerpo tardó un par de días en adaptarse al 95% de humedad constante, y las altas temperaturas. Por el contrario, no me costó trabajo meterme en el nuevo horario, comidas, ritmo de sueño, etc., mientras, mi cabeza se había quedado planeando por encima de la pista de aterrizaje, como si se resistiese a cualquier cambio de posición. Seguía desconectada del momento presente. Los últimos meses en Madrid habían sido agotadores y me había “enganchado” a grandes dosis de estrés mental, queriendo llegar a todo bajo la inercia de no parar (mi condición de aire y fuego, lo que llaman en Ayurveda el “Dosha Vata”, estaba algo descontrolado). No terminaba de estar del todo en este nuevo hábitat, y lo sabía, y me frustraba no saber cómo manejarlo.
Además, observaba el vuelo de las colonias de mariposas que inundaban el jardín y no terminaba de entender cómo podían volar así, a cámara lenta, como si se burlaran al pasar.
El Centro Sitaram está meticulosamente organizado y preparado para que cada huésped dedique su estancia a mejorar su salud en todos los aspectos, a través de un programa de tratamientos naturales personalizados. Y el mismo día de llegada, el Dr.Vignesh Devraj y su equipo atienden y desarrollan diariamente, con la mayor profesionalidad que he conocido jamás, el programa de cada persona. El mensaje fue claro: “tu salud es lo más importante que tienes y estamos aquí para ayudarte a optimizarla al máximo”.
Mi conciencia despierta en el momento que me acerco a una sala abierta en medio del jardín, donde todos los empleados del centro (terapeutas, camameros, encargados, jardineros…) comienzan su jornada con una sesión de 15 minutos de “Laugher yoga”, o como nosotros diríamos, “risoterapia”. En círculo y moviendo los brazos se mueven al grito de “very good, very good, yeah!!” y a continuación exclaman “I´m happy! I´m healthy”… y se parten de risa mirándose a los ojos. Me quedé atónita… Me río yo ahora de los programas de RSC, incentivos o de wellness de las grandes corporaciones. Esto sí que es tener un buen ambiente de trabajo, ahora entiendo esas sonrisas permanentes y excelencia en el servicio de todo el personal. Un círculo que estaba abierto a quien quisiera, así que tardé un segundo y medio en unirme al corro y contagiarme de tan buena energía.
A partir de ese momento, empecé a dejar libres las tensiones de mi cabeza y aterricé de lleno en mi cometido. Me rendí a las sensaciones del momento, sin poner más resistencia.
Durante 18 días he aprendido conceptos ayurvédicos, y también he llorado, reído, bailado, añorado, conversado, callado, soñado…he hecho yoga a diario con el amanecer, he presenciado lluvias torrenciales del monzón y un sol abrasador, he formado parte de un enclave natural exuberante, he dibujado mandalas, he ordenado la caja de las ideas, me he deshecho de cargas mentales, he reforzado sentimientos, he cantado mantras verdaderamente mágicos, he compartido mesa con personas muy especiales, he hecho nuevos amigos, he recibido maravillosos tratamientos ayurvédicos para nutrirme desde las células y equilibrar mi energía, y he probado deliciosas comidas del chef Vidoh adaptadas a mi condición, con ingredientes naturales y de la zona, fáciles de digerir y de ser absorbidas por mi intestino, servidas con tanto cariño que emociona. He asistido a charlas formativas sobre Medicina Ayurvédica del propio Dr.Vignesh, y a “cooking shows” impartidos por el chef del centro.
En mi última semana he notado una calma increíble dentro de mí, un brote de energía espectacular, una mente clara y la piel más suave que nunca. Llegué con la mente inquieta y el cuerpo agotado, me voy con la mente en calma y el cuerpo rejuvenecido.
Me llevo a casa sonrisas y gestos inolvidables, olores especiales, recetas inspiradoras para mi repertorio de cocina, teoría y conocimiento, mucha práctica en primera persona y sobretodo grandes dosis de generosidad y cariño.
Mis mayores tesoros y aprendizajes se los regalo a mis hijas, Mercedes y Rocío, dos mujercitas maravillosas que le dan sentido a mi vida, para las que deseo una vida llena de salud, bondad, amor y armonía. Sois verdaderamente únicas, diferentes, recordadlo, luchad por hacer realidad los sueños, y vivid la vida que os haga brillar, y el mundo que os rodea os lo agradecerá.
Reconozco que cuando más estaba disfrutando de mi estancia en Sitaram, sentí cierto pánico a la vuelta, imaginándome incapaz de sostener este estado de calma en mi día a día en Madrid, sin embargo esta última semana, esa emoción se ha transformado en una gran ilusión por volver a mi vida. Este es el famoso “antes y después” de la India, ahora lo veo claro, no es la India ni es España, soy yo y mi conciencia, mi centro. Y sí, esta increíble experiencia que acabo de vivir, donde las mariposas se suspenden en el aire, se llama P-A-N-C-H-A-K-A-R-M-A.
Y todo gracias a ti, mi querida Daniela.
What are you going to do, a Pancha … whaaaaat? !!!
That was the response of my friends and family before I went to India.
First, they “googeled” the definition of Panchakarma and then, all kinds of well-intentioned warnings, opinions and advice rained on me, about something that neither they, nor myself, could imagine.
Shortly after I saw myself landing at Kochin airport, in South India, a few thousand miles from home. My first time in Asia, in the middle of the monsoon season. Just leaving the airport raining and in the middle of the morning I had a first feelings conflict, between the dizziness from the humid heat and the thirst for adventure.
An hour and a half after in a taxi, on roads where the right or left are not necessary to know for driving, and the cows have a preferential step, I arrived to Sitaram Ayurveda Beach Retreat @sitarambeachretreat, an oasis on the shores of the Indian Ocean in the Kerala area, surrounded by lush vegetation.
Three years ago I experienced a similar retreat in Cáceres, for only a week and tried some of the natural Ayurvedic medicine treatments. I imagined that everything would be different here, but then I had no idea about the new experiences that were waiting for me …
I could speak eternally of how my body, mind and emotions have been cleansed, balanced, reinforced and rejuvenated, but I will keep that in my diary, here I will share a small summary of the treasures found.
How does it occur to me to undertake such an adventure? I was moved by several reasons, especially after knowing that my dear friend and therapist Daniella Schifferstein, pioneer and founder of the specialized Therapeutic Ayurveda programs in Spain 17 years ago, was tutoring in Kerala one of most important Panchakarma’s programs in the world, directed by the prestigious Dr. Vignesh Devraj, grandson of the late Shri PDevaraja Aiyer.
My curiosity for oriental medicine, concern to understand the origin and methodology of the most ancient health treatments, the management of Ayurvedic cuisine, my own cleaning of mental and emotional toxins generated by the stress of recent months, and the improvement of my digestive health, immune system, back contractures, dry skin … and everything that my intuition told me I could learn from myself. All were more than enough reasons to find a way to live that experience. I could have made an even longer list of reasons not to go, however I made the decision and went for it. Supported by my family, whom I thank with respect their respect and great love.
One of the classic languages of India, Sanskrit, makes a definition of the term health that I love: health is called “Swastha”, which comes from “Swa” = “my purest self” and “stha” = “connected”. They say that the disease is a condition of disconnection with oneself, and “Aama” represents the disease, it comes from “Aa” = “not”, “ma” = “me”.Symbolic, right? If we stop to think about it for a minute, it is true that the modern lifestyle that we all live in big cities, makes us quite disconnected from ourselves, and increasingly “hooked” abroad, especially by the constant presence of technology, advertising impacts, processed food and stress. According to Ayurvedic medicine, the more disconnected we are from ourselves, the more likely we are to get sick … That makes me understand many health imbalances that I see daily in my nutrition consultation.
When I reached the center, it took my body a couple of days to adapt to 95% constant humidity, and the high temperatures. On the contrary, it was not hard for me to get into the new schedule, meals, rhythm of sleep, etc., while my head had been planning above the airstrip, as if resisting any change of position. It was still disconnected from the present moment. The last months in Madrid had been exhausting and I had “hooked” to large doses of mental stress, wanting to reach everything under the inertia of not stopping (my air and fire condition, what they call in Ayurveda the “Dosha Vata”, was somewhat out of control.) I wasn’t quite at all in this new habitat, and I knew it, and it frustrated me not to know how to handle it. In addition, I watched the flight of the colonies of butterflies that flooded the garden and did not quite understand how they could fly like this, in slow motion, as if they were mocking as they passed.
The Sitaram Center is meticulously organized and prepared for each guest to dedicate their stay to improving their health in all aspects, through a program of personalized natural treatments. And on the same day of arrival, Dr. Vignesh and his team attend and develop daily the program of each person, with the greatest professionalism I have ever known. The message was clear: “Your health is the most important thing you have and we are here to help you optimize it to the fullest.”
My conscience woke up as I approached an open room in the middle of the garden, where all the center employees (therapists, waiters, managers, gardeners …) begin their day with a 15-minute session of “Laugher yoga”. In a circle and moving their arms they shout “very good, very good, yeah !!” and then exclaim “I´m happy! I´m healthy ”… and they start laughing at each other. I was stunned … I laugh now about the CSR, incentive or wellness programs of large corporations. This is to have a real good work environment, now I understand those permanent smiles and excellence in the service of all staff. A circle that was open to whomever, so it took me a second and a half to join the ring and get so good energy.
From that moment, I began to release the tensions of my head and landed fully in my mission. I surrendered to the sensations of the moment, without putting more resistance. For 18 days I have learned Ayurvedic concepts, and I have also cried, laughed, danced, longed for, talked, being in silent, dreamed … I have done yoga daily with the dawn, witnessed torrential rains of the monsoon and a scorching sun, I have been part of a lush natural enclave, drawn mandalas, ordered “the full box”, got rid of mental burdens, reinforced feelings, I sung truly magical mantras, shared a table with new friends, received wonderful Ayurvedic treatments to nourish myself from the cells and balance my energy, and I have tasted delicious meals adapted to my condition, with natural and local ingredients, easy to digest and be absorbed by my intestine, served with such affection that it excites. I have attended training talks on Ayurvedic Medicine by Dr. Vignesh himself, and “cooking shows” given by the center’s chef.
In my last week I have noticed an incredible calm within me, an spectacular energy outbreak, a clear mind and softer skin than ever.
I arrived with a restless mind and an exhausted body, I leave with a calm mind and a rejuvenated body. I take home unforgettable smiles and gestures, special smells, inspiring recipes for my repertoire of cooking, theory and knowledge, a lot of practice in the first person and especially large doses of generosity and affection.
I give my greatest treasures and lessons to my daughters, Mercedes and Rocío, two wonderful little women who give meaning to my life, for which I desire a life full of health, goodness, love and harmony. You are truly unique, different, remember it, fight to make dreams come true, and live the life that makes you shine, and the world around you will thank you.
I recognize that when I was most enjoying my stay in Sitaram, I felt a certain panic around the corner, imagining unable to sustain this state of calm in my day to day in Madrid, however this last week, that emotion has become a great illusion to return to my life
This is the famous “before and after” of India, now I see it clearly, it is not India or Spain, it is me and my conscience, my center. And yes, this incredible experience that I just lived, where the butterflies are suspended in the air, is called P-A-N-C-H-A-K-A-R-M-A.
And all thanks to you, my dear Daniela.
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